Cierta vez, al dedicarle un libro a mi esposa, escribí: "A la mujer que cambió mi vida para siempre".
El día de su paso hacia la eternidad, el sacerdote que oficiaba la misa de despedida, padre Ignacio Alvarado, me preguntó si quería decir algo, y tomando la palabra, dije a los presentes: "Hace 65 años Dios me prestó una joya para que la cuidara, hoy me la pidió de vuelta".
Amalia brilló en todos los lugares en que estuvo; siempre trabajando al servicio de los demás. Entre tantas cosas trabajo en la creación de un jardín de infantes, tres centros misionales (dos hoy son parroquias), una Biblioteca Popular, hasta creó una "Comisión de Homenaje" para festejar a la ciudad de El Talar; y también reunió a los que crearon la Comisión de Historia.
En nuestros viajes al interior, en cada lugar que parábamos, generaba vínculos de amistad a los que llamaba familia. De allí que teníamos "hijos" y "hermanos" en Tanti, Altagracia y Carlos Paz (Pcia. de Córdoba), en Necochea y en San Antonio de Areco (provincia de Buenos Aires), sin mencionar El Talar y General Pacheco.
Si bien de chico me gustaba leer, nunca me había llamado la atención la poesía, y fue ella la que me inspiró a dicho tema.
Ordenando sus papeles, encontré una carta en la que redescubrí mi primera poesía dedicada a ella, cuarenta días después de conocerla; yo tenía 21 años y ella 23. Fue el 11 de noviembre de 1960.
Querida Amalia:
Estos versos son para ti, y con ellos va mi corazón
¡Quiero que sepas que es mi pensamiento
esto que vas a leer amada mía,
y que me convirtió en poeta el hecho,
de saber que me querías!
Está todo escrito lisa y llanamente,
como salido dentro de mi ser,
mi corazón se agranda enormemente
pensando que pronto podré volverte a ver.
Cuando estoy escribiendo, vida mía,
me parece sentirte a mi lado,
¿Hay algo más hermoso en esta vida,
que amar y sentirse siempre amado?
Basta ya, piensa un segundo en las estrellas,
contiénete un momento alma mía,
lo demás dilo cuando estés con ella,
y dejad paso libre a la poesía.
Cuando en la soledad de la noche yo me encuentro,
y la tristeza se apodera de mí,
alegra a mi ser un pensamiento
que pronto siempre me conduce a tí.
Quiero que tú sepas la alegría que siento,
cuando mi alma te llama dulcemente,
entonces yo ya estoy sonriendo
y en la soledad ya no me encuentro.
Sólo me basta mencionar tu nombre: ¡Amalia!
para que por encanto estés al lado mío,
juntas siempre mi alma con tu alma,
toda la vida, haya calor o frío.
El día feliz, maravilloso y bello día
en que nuestras sendas se encontraron,
interiormente te ofrecí mi vida,
y al instante muchas cosas se olvidaron.
Todo fue por primera vez hermoso para mí,
sentí como si naciera nuevamente
y desde ese momento decidí,
amarte y adorarte eternamente.
Luego, siguiendo nuestras vidas su sendero,
nuestros corazones un momento se pararon,
fue cuando nuestras almas se dijeron "te quiero",
y nuestros labios tiernamente se besaron.
Cuanta felicidad, cuánta alegría,
cuanto amor nos juramos esa tarde,
cuanta ternura yo por ti sentía,
jamás lo olvidaré, lo juro por mis padres.
En esos momentos yo me preguntaba
¿Es cierto esto, no estoy yo soñando?
Pero al verte sabía que despierto estaba,
que maravilloso es vivir amando.
Y aquí, por un momento me detengo,
porque no hallo palabras en mi mente
para decir todo lo que por tí siento
y no poder expresarlo ciertamente.
P.D.
Al mirar las estrellas en el celeste cielo,
y al ver las flores de las hermosas plantas,
sólo quiero que sepas que únicamente pienso
que siempre siento y digo: "te quiero mucho Amalia".
Tu Juan Carlos
Y en este siglo, tras muchos poemas dedicados, escribí uno con su nombre en la que menciono precisamente, esa primer poesía.
AMALIA
"Cuando por vez primera me expresara en verso,
fuiste sin duda tú, de esa expresión destinataria
y hoy quiero volver a decir lo que yo siento,
manifestado en esa forma literaria.
Tu sabes bien lo mucho que te quiero,
nunca me cansaré de repetirlo
como lo anuncian con su canto los jilgueros,
la calandria, el zorzal y hasta los mirlos.
Mi vida en ti cobra un sentido diferente
tus ganas de vivir, tus alegrías sinceras,
tu labor, tu movimiento permanente,
tu paso, que hace que todo se renueva.
Amo las mañanas, despertando a tu lado,
cuando escucho tu voz en nuevos días,
en primavera, invierno, otoño, o en verano
amo el amor que en tu sonrisa brilla.
Amo todo lo que a ti te dio la vida
a tu amor de mujer y amante esposa,
amo también las diarias despedidas
porque espero verte al cabo de unas horas.
Amo tu tesón, tu inteligencia,
tu tenacidad, tu orgullo y tu manera
sencilla de ser, pero sin vueltas,
que hace ablandar hasta las piedras.
Amor el atardecer, por tu regreso
después de la dura jornada laboral,
amo el encontrarte y darte un beso,
para juntos retornar a nuestro hogar.
Amo por fin la noche silenciosa
que vuelve a unirnos en nuestro amor profundo
para poder decirte, mi querida esposa
a nadie quiero más en este mundo".
Pasado el 2018, me embarqué en el género "sonetos", y ella aún me acompaña en la aventura.
AMALIA - (Opus I)
Antes de entregarme de lleno a los sonetos,
siempre has sido mi musa inspiradora,
cuando muchos poemas, como ahora,
demostraron mi amor en cada verso.-
Como quisiera que sigas a mi lado,
para poder como siempre acariciarte,
besar tus labios tiernos y abrazarte
y recorrer parajes de otros pagos.-
Cuantos viajes, juntos emprendimos,
conociendo lugares diferentes,
disfrutando siempre, estar unidos.-
Así como ahora, vives en mis sueños,
quiero expresar un deseo permanente,
Reencontrarnos, alguna vez, allá en el Cielo.-
AMALIA - (Opus II)
Junto a las llamas de troncos encendidos,
me falta tu calor, tu compañía,
cada día un siglo, después de tu partida,
ya no puedo dormir en nuestro nido.-
Necesito tu voz, en mis oídos,
tus abrazos, tus besos, tus caricias,
el llamado a la mesa, tus delicias,
elaboradas con amor y estilo.-
Donde quedó el sonido de tu voz,
transmitiendo palabras amorosas,
generadas desde el querido corazón.-
Cuan simple, era poder amarte,
en tu estado de esposa enamorada,
Amor mío, jamás podré olvidarte.-

